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Premiamos al gurú, no al sentido común

  • Foto del escritor: Joan Torras Ragué
    Joan Torras Ragué
  • 17 feb 2021
  • 2 Min. de lectura

Actualizado: 10 nov 2022

Artículo publicado en El País, 17 de Febrero de 2021


Radica en la naturaleza humana buscar explicaciones que nos simplifiquen la complejidad, y cuando encontramos a alguien que tiene una aparentemente razonable, creemos que es apto para ayudarnos. En finanzas pasa con frecuencia: cada día surgen opiniones diversas, de gurús, que supuestamente entienden a la perfección los mercados, y saben cómo reaccionarán; son personas a las que se valora por su capacidad de analizar datos y extraer previsiones; es decir, por algo imposible. Desgraciadamente nadie sabe qué pasará en los mercados, por muchos datos que se analicen. Hay varios estudios que lo apoyan.


Daniel Kahnemann lo describe como la ilusión de validez. Si usamos el sentido común y analizamos los eventos recientes, concluimos que la suerte juega un papel muy relevante en la gestión financiera actual. Todos sabemos que en Bolsa se puede ganar dinero cuando el precio de las acciones baja o cuando sube. ¿Cómo puede ser que el mejor gestor del mundo no gane siempre dinero? La respuesta es fácil: porque nunca sabe hacia dónde irá el mercado. Eso sí, si aplicamos el sentido común podemos tener más aciertos que fallos.

La pandemia o el caso GameStop lo ilustran: nadie podía predecir que la pandemia haría desplomarse los mercados cuando en febrero toda la banca de inversión pensaba que el Covid tendría el efecto de una simple gripe; y tampoco nadie podía predecir que un grupo de minoristas coordinado podría afectar a una acción. Pero con sentido común podemos entrever si lo que pasa es una reacción exagerada o especulativa.


Si lo que queremos es invertir, tendríamos que premiar por encima de todo nuestro sentido común, ser conscientes del riesgo que queremos asumir en función de la rentabilidad que deseamos obtener, estar atentos y marcar límites de pérdida, y estar convencidos de las decisiones que tomamos. Estas son las claves para hacerlo bien, y es lo que nuestro gestor debe tener claro, porque no hay fórmulas mágicas, ni tampoco podemos confiar al 100% nuestros ahorros a alguien que trabaja en una entidad financiera y que se debe a sus intereses.


A veces un simple análisis puede ser la clave del éxito: no hace falta usar palabras extrañas ni tecnicismos para epatar a nuestro interlocutor: alfas, betas, stop losses, profit warnings, short squeeze… Un ejemplo sencillo: el mundo está cambiando, todos intuimos el gran futuro de las renovables, de los envases sin plástico, de la agricultura sostenible, de la sanidad y la biotecnología… hay muchos fondos de inversión que tratan estas temáticas. ¿Por qué no hablamos de ello en vez de hacerlo sobre los movimientos especulativos de GameStop o AMC Entertainment?


La respuesta es simple: lo que vende es dar validez al gurú y creernos que se puede anticipar al mercado; un gurú que, por casualidad, invirtió 10 euros y ganó 1.500. Los casos de especulación pura deberían salir en prensa en cualquier sección menos en la de economía, porque de economía tienen poco.


Es una mala señal cuando nuestro gestor utiliza previsiones para intentarnos vender un producto. Si realmente queremos invertir, tenemos que saber qué hay detrás de lo que nos ofrecen, pensar a medio-largo plazo, y sobre todo, confiar en nuestro sentido común.



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